miércoles, 8 de agosto de 2012

EMPATE

Hoy fue día de definiciones para Argentina en los Juegos Olímpicos. Los tres equipos que mantenían despiertas nuestras esperanzas medallísticas jugaron partidos por de más importantes. Por un lado, las Leonas le ganaron al local y ya tienen asegurada la medalla de plata (reflexión: genias totales que todavía no terminan de conseguir el reconocimiento que se merecen del pueblo argentino. Celebramos durante días la medalla de bronce de Del Potro y, si el viernes ellas ganan, probablemente el lunes ya nos hayamos olvidado. Aclaración: banco enérgicamente a Del Potro). Y, por el otro lado, básquet y voley contra Brasil. Resultado: empate. En voley nos ganaron sin ningún tipo de problemas y, en básquet, Argentina se llevó el triunfo, pero sufrimos horrores. 
Obviamente, seguí los de Brasil que son los que transmitieron en la tele. Fui acompañando la evolución de los partidos de a ratitos y chequeando en internet el resultado de las Leonas. El de voley no me emocionó nada. En general trato de ser positiva con estas cosas, pero tuvimos cero chances de ganar. Con el final del de basquet sufrí. Los últimos minutos fueron terribles. Escena para el recuerdo: mis viejos (que están acá de visita) y yo sentados al borde del sillón, improvisando todo tipo de cábalas y alentando convencidos de que nuestras palabras podrían hacer que los tiros argentinos entraran en el aro. Mi mamá haciendo cuentas para ver cuántos triples o dobles necesitaban los brasileros para alcanzarnos y mi papá tipo panqueque calificando segundo a segundo el juego de nuestros compatriotas: "Desastroso", "Perfecto". Yo, que entiendo poco y nada de básquet, desesperada tratando de descifrar por qué el juego se paraba cada cinco segundos. Final feliz. Mi voz es aguda y, cuando me emociono, no puedo controlar el volumen. A los brasileros hoy les debe haber picado mucho la oreja. Creo que mañana me linchan.    

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