lunes, 20 de agosto de 2012

Un papel muy especial

Siempre fui muy malcriada y, por la diferencia de edad que tengo con mis hermanos más grandes, me tocó vivir durante muchos años como si fuera hija única. Así, con mi mamá y mi papá compartimos un millón de momentos, solos los tres: comidas, paseos, charlas. Y hace unos días, cuando estuvieron de visita acá en Brasil, tuvimos la posibilidad de revivir un poco esa época. Siempre es lindo recibir afectos en casa cuando se vive lejos, pero en este caso la visita tuvo un sabor bastante particular. Éramos nosotros tres una vez más, después de mucho tiempo. No sólo me hicieron compañía en esos días que mi marido estuvo de viaje, sino que además me malcriaron cocinándome mis comidas favoritas y me dieron una mano con cuestiones de la casa que, después de dos años, todavía no termino de resolver. Vernos a los tres paseando, comiendo, charlando o simplemente sentados viendo la tele me trasladó nuevamente a esos años en que todo era diferente. Mi mamá, mi papá y yo, solos los tres. Obviamente hubo alguna que otra discusión, es inevitable que con el correr del tiempo todos sumemos mañas. Pero incluso eso me hizo viajar en el tiempo y darme cuenta de que la confianza sigue intacta, de que más allá de los cambios de escenarios y circunstancias, siempre voy a contar con esas dos personas que se alegran por mis logros y me acompañan en mis momentos menos felices.
Amo profundamente a cada uno de los miembros de mi familia pero, para ser sincera, me encantó volver a desempeñar, aunque sea por unos días, el papel de la hija única malcriada. Para que mentir, es un papel que me sienta encantadoramente bien.

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